URUAPAN, MICHOACÁN, MÉXICO — La conmoción por el asesinato del alcalde Carlos Manzo Rodríguez, ocurrido en un ataque fulminante, se ha intensificado por un escalofriante detalle. Testigos han descrito al sicario como un hombre con la "mirada de un kamikaze", reflejando miedo, pero también odio y una clara determinación de cumplir su objetivo a costa de su propia vida.
Este perfil del atacante ha llevado a muchas voces a sugerir que el ejecutor era solo un "peón" o un "fusible" utilizado para proteger a los verdaderos responsables de este magnicidio. Analistas y ciudadanos coinciden en que el sicario pudo haber sido sacrificado para evitar que llegaran a los cabecillas detrás del crimen.
"Es probable que el atacante ni siquiera supiera que sería eliminado por sus propios jefes", comenta un especialista en seguridad, quien sugiere que la eliminación del sicario tiene como objetivo proteger a los autores intelectuales.
La ciudadanía, indignada por el ataque que ocurrió mientras Manzo sostenía a un bebé en brazos, ha elevado la presión sobre las autoridades para que se realice una investigación profunda. Muchos exigen saber quién está detrás del financiamiento del asesinato, cuestionando "¿quién le pagó al sicario?"
El uso de un sicario con una "mirada de odio" invita a reflexionar sobre los motivos más profundos de este tipo de violencia, que podría estar vinculado a resentimientos personales o la pobreza estructural, aunque muchos rechazan esta última interpretación.
Las autoridades, por su parte, enfrentan una creciente presión social para que el caso no termine con la identificación del sicario abatido, sino que se desvele el organigrama completo de este crimen de alto impacto.
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